La terapia individual consiste en un encuentro regular (en general semanal) de unos 50 a 60 minutos con un/a terapeuta. El/la cliente, sentado/a frente al/la terapeuta, expone lo que le crea malestar o dudas y el/la terapeuta, a partir de una escucha profunda, le irá preguntando, subrayando o comentando los aspectos que le parecen importantes de examinar de manera más detenida. Esos aspectos pueden ser del orden de ideas o conceptos a revisar, pero también pueden ser emociones o sensaciones corporales que son indicadores de fenómenos internos a expresar y explorar.

La gran mayoría de las personas que acuden a terapia, lo hacen en momentos de crisis buscando alivio y salir de la situación que les atrapa. Sin embargo, también algunas lo hacen a modo de prevención, sintiendo que tienen asuntos pendientes o reacciones disfuncionales que las llevan poco a poco a sentir malestar o podrían hacer daño a su entorno.

Hay asimismo personas que acuden a una terapia de corte humanista, como lo es la Gestalt, para emprender un camino de autoconocimiento y de desarrollo personal.

La terapia Gestalt llama “resistencias” a los automatismos a los cuales uno/a acude en cualquier situación, siendo incapaz de usar otra actitud más adecuada frente a lo que está pasando. Gracias a la terapia, el cliente tendrá la oportunidad, a través del diálogo, o también de algunas técnicas gestálticas que potencian la expresión emocional o corporal, de tomar conciencia de su manera de funcionar, de cambiar comportamientos que resultan no funcionales y de ampliar sus formas de reaccionar en situaciones diversas.

A menudo la sesión se centrará en reacciones aprendidas durante la infancia o la adolescencia en el seno de la familia o en el entorno escolar. Por ello, sin perder de vista lo que el cliente siente hoy en día, se indagará cómo una emoción o una sensación actual se ha programado en su pasado.

La terapia Gestalt a través de la autoobservación permite al individuo saber mejor quién es. Ese autoconocimiento va acompañado de dos aproximaciones complementarias. La primera, conocerse y reconocerse, sin enjuiciarse. Esa mirada sin crítica permite indagar en profundidad la personalidad y abordar todos los aspectos del ser con sus luces y sombras. A la vez, la Gestalt fomenta la responsabilidad, es decir que pide a cada uno/a responsabilizarse de cómo uno/a reacciona en unas situaciones dadas, y buscar, si hace falta, otras formas de comportarse.

La terapia Gestalt ofrece una aproximación humana, propiciando la relación entre terapeuta y cliente, evitando encerrar al/a la cliente en un diagnóstico y un protocolo terapéutico estrictos y rígidos. El/la terapeuta además puede, cuando lo juzga adecuado, mostrar aspectos personales suyos, provocando así un encuentro entre seres humanos y no sólo entre un individuo y un profesional. La Gestalt estima que la relación entre cliente y terapeuta participa activamente en el proceso de cambio.

Las sesiones se adaptan a los tiempos del/de la cliente, dejando a la persona enfrentar a su ritmo sus dificultades. A la vez, ciertas técnicas gestálticas permiten concentrar y evidenciar con más rapidez dinámicas cognitivas, corporales o emocionales, favoreciendo la toma de consciencia y el cambio.

En Equipo Centro, todos los profesionales se han formado en Terapia Gestalt y recurren a sus conceptos y técnicas de manera regular. Además, los miembros del equipo se han formado cada uno/a en distintas ramas de la psicología (cognitivo-conductual, sistémica, psicoanálisis, eneagrama, bioenergética, psicogenealogía, caja de arena, etc.) proporcionándoles más instrumentos a la hora de atender y ofreciendo al mismo equipo perfiles diversos de una gran riqueza.