La vida en pareja pasa por muchas fases y su vida está marcada por las características internas de las personas que la componen y por las circunstancias que esa pareja ha tenido que vivir además de las que se presentan en el momento que solicitan ayuda.

Todas estas características y circunstancias van desgastando la relación y van determinando patrones de comportamiento en ambas personas que rigidizan y polarizan los roles que tienen. El vínculo de la pareja se va afectando de este proceso entrando en crisis y generando dolor e impotencia a los dos miembros de la pareja.

Este proceso suele ir ocurriendo sin una percepción clara hasta que estalla buen desencadenado por alguna situación externa o por acumulación de situaciones internas que se repiten.

Las dos personas se encuentran sin posibilidades de salir de la espiral de sufrimiento en que se han metido y buscan ayuda de un profesional que pueda desde fuera ayudarles a coger perspectiva.

La terapia de pareja se realiza con ambos miembros de la misma presentes y está dirigida a:

• Parejas que no encuentran salida a sus problemas de convivencia: discusiones, frialdad y distanciamiento, falta de deseo, falta de comunicación y de escucha, falta de proyecto común, diferencias irreconciliables sobre asuntos básicos como los hijos e hijas, la forma de vivir, la estructura familias o apatía e insatisfacción de alguno de los miembros.
• Parejas a las que se les ha presentado un acontecimiento brusco que no pueden elaborar, como una muerte, una enfermedad, una situación laboral o económica dramática o alguna problemática con los hijos u otros familiares.
• Parejas que, sin estar al límite de ninguna situación, quieren revisar sus patrones, mejorar la comprensión y aprender de lo que les está sucediendo en pareja como una parte de su evolución individual y de vida en común.

También es posible que la pareja acuda al espacio terapéutico habiendo decidido ya separarse. En este caso la función del/la terapeuta no es reforzar y reconstruir el vínculo sino acompañar a ambas personas en esta separación, pudiendo facilitar las emociones y la conclusión de la relación de la manera más saludable posible, ya que en muchos casos las rupturas van acompañadas de mucho sufrimiento y sentimientos como enfado, venganza o dolor que no son fáciles de manejar.

La demanda inicial puede venir de ambos miembros o puede estar más motivada por una de las personas. En este último caso es importante que la otra persona acuda voluntariamente para que el los encuentros terapéuticos puedan fluir.

La terapia de pareja puede tener dos modalidades.

1. La pareja es atendida por un/a solo/a terapeuta
2. La pareja es atendida por una pareja de terapeutas que trabajan en coterapia.

La conveniencia de esta última opción tiene que ver con posibilitar una intervención terapéutica más amplia donde los miembros de la pareja puedan tener una comprensión mayor ante una doble visión y una doble perspectiva. Sentirán más equilibrio de posiciones y se neutraliza la posible vivencia de exclusión en los apoyos.

La particularidad de cada encuadre se define más completamente en el primer contacto de demanda.