Por Emi de la LLave, profesora de la Formación como Terapeuta Gestalt y miembro de Equipo Centro. Responsable del proyecto «Ser mujer y no ser madre».
La primera vez que viví de cerca los procesos de fecundación in vitro fallidos fue en el año 2003 acompañando a una amiga mía mayor que yo. Por aquel entonces, ni siquiera me planteaba la posibilidad de ser madre. Ella me dijo “Yo tengo deseo de ser madre pero no es una necesidad”, aquella fue la primera vez en que me di cuenta de la diferencia entre el deseo y la necesidad…Quiero tratar este asunto en este artículo relacionado con el deseo de ser madre y no conseguirlo.
Con respecto a la maternidad tardía y la frustración por no engendrar hijos, surge muy a menudo los términos de instinto maternal, deseo, necesidad y motivación. He vivido en carne propia y escuchado a muchas mujeres que sin la consecución de la maternidad, se sienten desgraciadas, vacías e insatisfechas así como no desarrolladas del todo, frustradas y en definitiva infelices a causa de una “carencia vital”.
Sobre el tema del instinto biológico hay muchas teorías al respecto. Está claro que hemos cambiado como especie y que la naturaleza ya no es lo que era. La evolución durante siglos de sociedad industrializada y sociedad capitalista nos ha vuelto menos animales y hemos perdido por el camino bastante de nuestro instinto, nos obsesionamos pensando que algo malo nos sucede, que no somos normales y que, a pesar de no sentir este impulso, quizás debamos tener un hijo: “no sea que, más adelante, pueda arrepentirme por no haberlo hecho”. A veces sucede lo contrario: estando solas sin pareja, nos parece oír el insistente clic clic del reloj biológico correr y nos aterra pensar que se nos puede “estar pasando el arroz”. Realmente, he podido observar como en muchas ocasiones no nos planteamos si deseamos o no ser madres, nos pesa el pensar que quizás estamos perdiendo la opción de serlo.
La definición de instinto según el diccionario es el conjunto de pautas de conducta que se transmiten genéticamente, y que contribuyen a la conservación de la vida del individuo y de la especie. El instinto de conservación es un impulso indeliberado que mueve la voluntad de una persona: actuó por instinto cuando arriesgó su vida por salvar la del niño.
Los teóricos del Psicoanálisis sostienen que las mujeres tienen un profundo deseo instintivo de dar a luz y criar hijos, que de este modo reemplazan a sus propias madres, y que sus bebés son sustitutos del pene que nunca tuvieron. En la época victoriana en la que Freud desarrolló sus teorías, no había un interés real por estudiar lo femenino, así que no parece demasiado fiable. Por otro lado, si esto fuera cierto, todas las mujeres de todo el mundo desearíamos tener bebés, pero hay estudios como el de las Islas Marquesas, por ejemplo que demuestran que el aprendizaje tiene mucha influencia, y en ese lugar, el ser madres no es prioridad para las mujeres; no se despierta su “instinto” maternal, más bien son expectativas sociales.
Los sociólogos funcionalistas atribuyen la reproducción a las necesidades de inmortalidad de las personas, las cuales satisfacen reemplazándose a sí mismas con sus propios hijos. Muchos padres dicen orgullosamente “mi hijo mantendrá vivo nuestro apellido”, y realmente se sienten satisfechos de que su progenie perdure a través de los años, o que se parezca a ellos, esto implicaría que no se perciben completos y que se resignifican a través de sus hijos; pareciera que con traerlos al mundo basta, y un hijo es un ser único e irrepetible, no la copia parental.
Instinto es el primer concepto de motivación en psicología. La idea de instinto desapareció después de obras como Romanones de 1894 “Evolución mental de los animales” ó del “origen de las Especies” de Darwin, desplazándose la idea de instinto por otros conceptos y en los años 1920 volvió a aparecer con otra corriente de pensamiento en Europa como es la etiología, readaptándolo de nuevo.
Para Watson y el conductismo, las conductas son aprendidas y buena parte del comportamiento es debido a la influencia del medio. El conductismo acepta la idea de impulso y desarrolla la idea de necesidad, como alteración del equilibrio interno, las conductas dependen de estas necesidades.
Cuando decimos que una persona está motivada a hacer algo es que hay algún tipo de impulso de origen interno que le está apremiando a hacer algo (tener hambre, impulso sexual, etc.). Estos apremios son explicaciones para diversas conductas. La motivación también hace referencia a la recompensa económica, que puede motivar o el prestigio social o aspectos como el patriotismo o la religiosidad, el orgullo… La motivación es una clase de proceso interno reversible, responsable de la variación de la respuesta a estímulos externos.
Según Fritz Perls, “Homeostasis es el proceso mediante el cuál el organismo satisface sus necesidades… Cuando el proceso homeostático falla en alguna medida, cuando el organismo permanece en un estado de desequilibrio demasiado tiempo y es incapaz de satisfacer sus necesidades, está enfermo”.
En Gestalt, Perls habla de que no todas las necesidades son de vida o muerte. La homeostasis también se desarrolla en otros ámbitos y pone el ejemplo de la persona que puede ver mejor con dos ojos que con uno, pero si pierde uno, aprende a funcionar en esta nueva situación. Perls además señala que los procesos psicológicos no pueden divorciarse de los fisiológicos; cada uno contiene elementos del otro. Con lo cuál hay necesidades organísmicas de filiación, psicológicas, de contacto y reproductoras. En ocasiones, cuando algunas mujeres no pueden ser madres, les cuesta readaptarse y aprender a funcionar de otra manera adaptativa en la vida.
“Para que el individuo satisfaga sus necesidades, para crear o completar la Gestalt, para pasar a otro asunto, tiene que ser capaz de sentir lo que necesita y debe saber cómo manejarse a sí mismo y a su ambiente”.
Para Perls el neurótico no puede ver claramente sus propias necesidades y por lo tanto no las puede satisfacer. No puede distinguir adecuadamente entre él mismo y el resto del mundo. En el mundo de la “maternidad no satisfecha”, las mujeres en ocasiones podemos hacer nuestras necesidades que son de otros, por medio de los requisitos culturales a los que estamos sometidas, teniendo nuestros propios introyectos al respecto de ser mujeres y ser madres, nuestros mensajes culturales que nos pesan como por ejemplo, “una mujer adulta debe ser madre”, “si una mujer no tiene hijos está incompleta”, “la mujer solo se realiza a través de los hijos”, “el embarazo es el estado ideal de la mujer”, “los hijos son una bendición del cielo”, “cuando envejezcas los hijos te cuidarán”, “no conocerás el amor hasta que no tengas un hijo”.
Según el psicólogo Joseph Zinker, el ciclo de necesidades es la descripción del proceso que acontece cuando una necesidad organísmica emerge y pugna por su satisfacción, la dinámica que sigue una Gestalt en su tendencia a completarse y cómo puede quedar inconclusa, que produce una fluidez o un bloqueo en la autorregulación y autorrealización, como decía Abraham Maslow. Estos temas son tratados por psicólogos humanistas que inquieren acerca de la motivación y las necesidades del ser humano: aquello que nos lleva a actuar tal y como lo hacemos. Abraham Maslow, tenía la idea de que las personas tienen un deseo innato para autorrealizarse, para ser lo que quieran ser y estando en un ambiente propicio para ello. Aquí tratamos el deseo de realizarse como madre.
Cuando una persona se detiene en alguna etapa o se trunca una de ellas la experiencia queda inconclusa, no cubriéndose la necesidad y frenándose el desarrollo personal. Cuando una mujer quiere tener un hijo, siente un deseo, se da cuenta de él, se energética y pasa a la acción para entrar en contacto y poder conseguir su realización…En medio de todos estos pasos hay mecanismos neuróticos que lo pueden cortar, como el “aplazarlo porque ahora no me viene bien” o pensamientos tipo “a lo mejor no soy fértil”, miedos del tipo “necesito más seguridad económica para tener un hijo”, “¿podré criar a un hijo?”, etc que hacen que se interrumpa el ciclo y no se desarrolle ni se cierre una gestalt quedando el asunto inconcluso y creyendo que la única manera de cerrarlo es teniendo un hijo a costa de lo que sea, a veces de una misma. Es en esos momentos donde considero necesaria la intervención profesional para la mejor elaboración de ese proceso, la integración y la resolución sana de ese conflicto.
En este sentido y leyendo teorías de la Psicología Positiva y del Bienestar Subjetivo, querría señalar que se han estudiado juntos la paternidad y el Bienestar Subjetivo y en la mayoría de los estudios se encuentran efectos o insignificantes o negativos en lo relativo a tener hijos. (Andrews y Withey, 1976; Glenn y McLanahan, 1981; Glenn y Weaver, 1979). Esto significa que el hecho de ser padres no da garantía de sentir ningún bienestar vital ó en ocasiones todo lo contrario.
Las teorías finalistas psicológicas (teorías que sitúan el locus de la felicidad en estados finales ciertos) o de punto final del bienestar subjetivo sostienen que la felicidad se logra cuando algún estado, como puede ser algún objetivo o necesidad, es alcanzado, algo parecido al proceso homeostático del que hablaba Perls. Wilson (1960), “la satisfacción de las necesidades causa felicidad y a la inversa, la persistencia de las necesidades no cubiertas causa infelicidad”.
Gran parte de la investigación sobre el Bienestar Subjetivo en Psicología parece haberse basado sobre un modelo implícito relacionado con las necesidades y los objetivos. Muchos filósofos se han preguntado si la felicidad se lograba al satisfacer los deseos de uno o al suprimirlos. Mientras que los filósofos hedonistas han recomendado la satisfacción de los deseos, los ascéticos han recomendado la aniquilación del deseo. ¿Qué deseos o metas son más importantes y qué equilibrio debería establecerse entre los diferentes tipos de deseos?, ¿Son algunos deseos nocivos para la felicidad?. Quizás una de las cuestiones más importantes es si la felicidad proviene de haber satisfecho ya los deseos propios, o del proceso de dirigirse hacia los objetos deseados o de haber logrado un deseo recientemente. Como manifestó Scitovsky (1976), “el estar en marcha hacia esos objetivos y luchar por lograrlos es más satisfactorio de lo que es la consecución real de los mismos”.
En general se da un acuerdo amplio en que la satisfacción de las necesidades, metas y deseos está relacionada de alguna manera con la felicidad. Los objetivos y los deseos se consideran normalmente más conscientes que las necesidades. Algunos teóricos mantienen que la felicidad depende de la continua satisfacción del plan de vida de cada uno, el conjunto total integrado de las metas de una persona. En ocasiones y etapas evolutivas, las motivaciones pueden y deben ir cambiando así como los objetivos, metas y deseos. Si nos quedamos pegadas al deseo de ser madres no podremos seguir desarrollándonos satisfactoriamente.
Palos y Little (1983) encontraron que las personas insatisfechas estaban comprometidas con metas que tenían unas perspectivas de recompensa a largo plazo, pero que poseían un refuerzo o disfrute escaso a corto plazo. Sus proyectos eran difíciles y de larga duración. Los individuos más satisfechos tenían proyectos más agradables y menos difíciles. Estos estudios me hacen pensar en todas aquellas mujeres inmersas en ciclos interminables de reproducciones asistidas donde todo se complica en ocasiones cada vez más y que están sufriendo muchísima insatisfacción y displacer vital llevándolas incluso a enfermar.
Aristóteles sostuvo que la felicidad proviene de la actividad virtuosa, es decir, de una actividad que se realiza bien. La cuestión de buscar la felicidad puede ser autodestructivo. Poder centrarse en metas importantes hará que la felicidad llegue sin desearlo, sin proponerlo y cuándo se busca la felicidad en la llegada de un hijo como meta, eso destruye a muchas parejas y a muchas mujeres.
Democrito afirmó “que una vida feliz no depende de la buena suerte ó incluso de ninguna contingencia externa, sino también, e incluso mucho más, del temperamento de un hombre… Lo importante no es lo que un hombre tiene, sino cómo reacciona ante lo que tiene”. Coincide con la terapia de aceptación como se ha llamado a la Terapia Gestalt. El tema de las actitudes ante la maternidad frustrada es lo principal a trabajar para conseguir más plenitud vital y una aceptación de su realidad. En una sociedad capitalista, globalizada, narcisista como la nuestra el asunto de no tener todo lo que nos gustaría ó de poder renunciar y soltar asuntos es lo que creo que además nos produce un exceso de sufrimiento, una perdida de satisfacción y de alegría vital que facilita y alimenta a la neurosis.
El hecho de no poder engendrar hijos no significa que uno no tenga una vida placentera en otros aspectos, familiar, social, laboral, persona… y entonces yo me pregunto, ¿Una falta de acontecimientos placenteros conduce a una depresión o la depresión conduce a una imposibilidad para sentir placer cuando uno está en acontecimientos normalmente placenteros? El no concebir conduce a muchas mujeres a una depresión que les impide disfrutar de la vida.
El hijo existe en tanto que es deseo, y el deseo es un introyecto que esclaviza y golpea la autoestima; por lo tanto, es necesario trabajar las fases del proceso de duelo, para facilitar el contacto, el darse cuenta, y la toma de decisiones.
Cuando no conseguimos obtener lo que se deseamos, o no queremos soltar lo que queremos, el recordarlo y tenerlo siempre en mente y en nuestras vidas hace que de alguna manera esté con nosotros. Como la persona que se queda viudo o viuda y sigue todos los días recordando a su cónyuge durante años.
El bienestar psicológico, no es simplemente la vida feliz “per se” sino los procesos del “vivir” con sus mezclas de sabores dulces y amargos; una vida que, no evita el dolor, sino que todo lo contrario, lo enfrenta y le da un significado constructivo para transformar lo doloroso y conflictivo de la vida en algo hermoso y digno de vivirse.
BIBLIOGRAFIA
- Andrews, F. M y Withey,S. B (1976) Social indicadores of well-Boeing: America´s percepción of life queality. Plenamente Press. New York. VC
- Chekola, M.G. (1975): The concept of happiness (Doctoral disertación, University of Michigan 1974).
- Hunt Antón, Linda (1993). La decisión de ser madre para la mujer de hoy. ¿Realización y libertad personal ó dolor y frustración?.Gedisa. Barcelona. España.
- Perls Fritz. (1976). El Enfoque Gestaltico y Testimonios de Terapia. Cuatro Vientos. Chile.
- Scitovsky, T. (1976) The Joeles ecónomo Oxford:Oxford University Press.
- Tatarkiewicz, W. (1976): Analysis of happiness. The Hague. Netherlands: Martinus Nijhoff.