Nos ha dejado nuestro querido Juanjo Albert, maestro y colega, un hombre importante que se marcha dejando aquí a mucha gente que le quiere.
Miembro honorífico del IPETG, psiquiatra, neurólogo, psicoterapeuta clínico integrativo, coordinador clínico del I.P.E.T.G, miembro Didacta y Supervisor de la A.E.T.G, autor del libr0 «Ternura y Agresividad», Juanjo es y será un hombre de enjundia que ha abierto muchas puertas en el terreno psicoterapéutico.
Compartimos sus sabias y acertadas palabras en un artículo para la AETG donde habla con brillantez y cercanía de algo básico y a la vez desnaturalizado, el amor a nosotros mismos/as.
Descansa en paz querido maestro.
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DESEO DE MI

Hace algún tiempo, se me ocurrió expresar en alta voz un sentimiento que en aquel momento tenía, y que aun conservo: NO HAY MAS LEY QUE MI DESEO, NI MAS LIMITE QUE LA MUERTE. En aquel momento y en aquella reunión, la frase “tenía” que ser además provocativa, tal era también mi intención hacia los compañeros psicoanalistas. Lejos de esto, se me señaló que Lacan así lo decía, cuando afirma que: “En el momento de la muerte, el Destino nos demandará: ¿fuiste  honesto con tus deseos?”.
                        Si esto es así, y no dudo que lo sea, el punto de vista de Lacan podría resumirse, a fin de cuentas, en que lo único que al fin importa es conocer y reconocer la verdad del deseo y asumirlo con responsabilidad. Si así es, me encanta esta coincidencia de puntos de vista, satisface mi narcisismo y estimula mi curiosidad, por mas que ya esté milenariamente presente en las diversas Tradiciones Espirituales.
                        Sin embargo, oyéndoles a ellos hay que tener mucha fe en su saber para creerles. Yo la tuve y, después de muchas horas de confrontación, al fin se va haciendo algo de luz en medio de tanta tinta negra, usada para oscurecer lo claro, emperifollar lo sencillo y condenar al humano a la eterna insatisfacción. Cuando les oía hablar de la Castración, La Ley, la Falta (o la Fatal Incompletud), la Barra, El Padre de la Ley…….,¡Que sé yo!….., se me ponían los pelos de punta de pura indignación, al considerar el triste destino de los desdichados que se lo creyesen y, por ello, se sometiesen a tal destino. Ahora resulta que no es para tanto, sólo que en todas partes cuecen habas, y hay de los que se esconden tras el preciosismo críptico del lenguaje, y los que van dando prioridad a la experiencia de su propia vida, se mojan en ella, y desde ahí vuelven a mirar lo que ya sabían.
                              No me cabe duda alguna de que existe una Ley que regula las relaciones de parentesco y que, de una forma u otra, esta Ley es universal para todas las culturas. En la nuestra la detenta, idealmente como representante de ella, el padre a través de la prohibición del incesto. Esta es la Ley Simbólica, que determina la Castración Simbólica, es decir, la necesidad de aceptar la existencia de límites y de la falta de completud del ser humano.
                     Totalmente de acuerdo, pero de ahí a afirmar que esta Ley sea una ley contranatura, que implique que el hombre  tenga que desarraigarse de la naturaleza, por tanto de su propia naturaleza, basándose en que “en tanto que el hombre habla, funda una dimensión nueva, representacional, despegada del Referente”, y que, además, determine en el ser humano fatalmente un estado de permanente insatisfacción, de falta, me parece un exceso. Y este exceso marca una diferencia: el uso del poder como herramienta de castración para seguir manteniendo el poder.
                         Hegel afirma que la palabra mata la cosa, y Shopenhauer que la educación es contranatura. Así las cosas, resulta que el hombre, para ser hombre social y tener un aparato psíquico equilibrado necesariamente ha de estar contra su propia naturaleza. Evidentemente que estar, lo que se dice estar, en este estado de alienación de nuestro propio ser, estamos. Pero este es un estado educacionalmente adherido a nuestra naturaleza esencial, origen de patología y de sufrimiento, y sólo fatalmente determinante para los que “eligen” permanecer en la ignorancia de sí.
                        A mí me parece que las cosas se pueden exponer de un modo bastante más sencillo y claro. Esta Ley simbólica, más allá de la naturaleza, lo que viene es a prohibir la fusión con la madre. Pero no fundamentalmente el contacto erótico, piel a piel, y que confundimos desdichadamente con el contacto sexual. El fundamento esencial y original de la Ley en sí, y que tenemos “olvidado”, es el de “prohibir” oponerse a la independencia, a la responsabilidad, a la libertad, al placer, en resumen, a la Vida, aunque  no se como puede conjugarse esto con el estar en Ella contranatura.
Y a mí me parece que ésta Ley, dejando de lado el contrasentido que desde mi punto de vista hacen que encierre, al ser expuesta de aquella manera, es de lo más natural. La propia LEY DE LA VIDA, presente en todas las especies animales, donde son las propias madres las que echan a los hijos de las camadas, en caso de que haya alguno más timorato, sólo que formulada de modo ni prohibitivo ni determinista. Más o menos así: sal a la Vida, sé como tú eres. Honesto, responsable y respetuoso contigo mismo y con los demás. Arriésgate para poder disfrutar, ser feliz y gozar de Ella.
           Evidentemente la hembra humana no facilita que las cosas sean así, y ahora menos que nunca empuja a sus hijos a la independencia emocional. El salvavidas estaría en nuestro caso en el padre, que debería ayudar a poner fin a ese estado, cobijo seguro pero asfixiante, de “goce fusional infantil”, fundamento del Complejo de Edipo, limitando tal estado, no al hijo, y rescatándolo de la “humana posesividad materna”. Pero para que ésta función del padre se cumpla debidamente, es necesario un padre con un nivel  de salud emocional supuestamente suficiente, que libere y de reconocimiento e independencia, espécimen humano tan raro actualmente que podemos considerarlo casi inexistente, aunque en vías de lenta recuperación. Nos pasamos la vida deseándolo, buscándolo por todas partes, y sustituyéndolo por la idealización de personas, ideas o cosas, proyectando deseos que nunca se ven satisfechos, porque los padres al uso, general y necesariamente, así son las cosas mayoritariamente que le vamos a hacer, son tan dependientes emocionalmente como sus hijos y generaran también dependencia, bien en forma de sumisión o en forma de rebeldía.
           Bien, así son las cosas por mas que a todos nos cueste tragarnos esta píldora, incluso con un poco de azúcar, como aconseja Mary Popins. Y a estas cosas que así son le debemos que la neurosis, dicho de otro modo, el sufrimiento emocional inútil, se transmita de padres a hijos, generación tras generación, al menos en nuestra cultura judeocristiana. Situación bíblica reflejada, también simbólicamente, en el pecado original como expulsión de un paraíso también ideal, cuando en realidad el paraíso del que hemos sido expulsados no es otro que el estado de satisfacción que nos proporciona el contacto con nuestra propia esencia, que puede no tener nada de “ideal”, dejándonos en un estado que Wilhelm Reich define, de un modo mucho mas concreto como “la plaga emocional de la humanidad”. Es decir, el miedo del humano a vivir con libertad y responsabilidad una vida placentera a través de la satisfacción de su Deseo, pues, dejémonos de tonterías, no hay tío páseme usted el río: mientras no se satisface el Deseo no desaparece el sufrimiento, y el sufrimiento persistente bloquea la posibilidad de desarrollo y crecimiento.
            Que las cosas sean así, y reconozco de nuevo que así son, no implica, o no debería implicar, que tengamos que cargar fatalmente con el destino de vivir en un valle de lagrimas, y de ser seres insatisfechos e incompletos incluso en el momento de la muerte. No necesaria ni universalmente.
             El Deseo y los deseos siempre han estado presentes como un punto central en las reflexiones y prácticas de las diversas filosofías, religiones, psicologías, sociologías…..  ,de las Tradiciones Espirituales y de las modernas teorías y técnicas psicoterapeúticas. Es decir, han ocupado y ocupan un lugar central en la vida de la humanidad y en el desarrollo de las culturas. Es importante y a la vez no está claro, porque lo que está claro no es necesario  ni reflexionarlo ni estructurarlo tanto. Precisamente porque no lo tenemos claro, que se nos hace tan importante.
            Si el deseo señala una falta, ¿cuál es la Falta que señala el Deseo?. Y éste descubrimiento sí se hace importante, individualmente importante ya que es un descubrimiento que no se puede generalizar y, sin embargo, es colectivamente importante para el desarrollo emocional de la humanidad.
         A mi modo  de ver, esta Falta es una falta de Amor, de Amor a uno mismo, de aceptación, ternura, generosidad y lealtad de cada uno consigo mismo. Y, consecuentemente, el Deseo es el de poder Amarnos tal y como somos. Y de ahí lo que se derive de la naturaleza de nuestro propio Amor, que no puede ser malo.
          Sin embargo, en nuestra cultura al menos, casi todos somos carentes de amor. Todos hemos necesitado y deseado tener una madre que nos quisiera con ternura y desapego, y un padre que nos reconociese y aceptase con generosidad, coraje y lealtad tal como éramos y somos. Y casi nadie lo ha tenido, en mayor o menor falta. No lo hemos conocido en nuestros afectos ni en nuestras carnes, por tanto nos es difícil reconocernos en ello. Hemos tenido que ocultar nuestro Ser a nosotros mismos para poder sobrevivir medianamente ante las deficiencias de nuestros padres y de nuestra educación, y ante las exigencias que las suplen. Y hemos tenido que crearnos deseos que vayan ocultando nuestro barrado y limitado genuino Deseo de Ser, pero dejándonos, por supuesto como sucedáneos que son, siempre insatisfechos.
       En este sentido es en el que entiendo que somos seres contranatura, no contra la Naturaleza, sino  contra nuestra propia naturaleza, contra nuestro Ser espontáneo y natural. Nos vemos obligados a ponernos contra nuestro propio Impulso de Vida y a ocultárnoslo, para poder soportar el dolor por la pérdida de nuestro propio Amor y del Deseo de El, sustituyéndolo por el amor propio, por el apego a la imagen que nos creamos y creemos de nosotros a través de la aceptación condicional de los otros. ¡ El Fantasma!.
            Pero creo que si nuestra Falta, nuestra incompletud, es una falta de Amor y de aceptación de nosotros mismos, es porque no nos conocemos, porque nos hemos olvidado de quienes somos. Necesitamos descubrirnos y reconocernos, necesitamos revelarnos, para poder amarnos y estar gozosamente con nosotros mismos, en contacto con nuestro Ser Real. “Conócete a ti mismo y conocerás a tu Señor”, dicen de distintas maneras las Tradiciones Espirituales, porque la espiritualidad arranca del descubrimiento, reconocimiento y contacto con el Ser Real que cada uno es.
            Reconocer, asumir y ser honesto con el Deseo de Ser, satisfacer la necesidad de estar en contacto con uno mismo a través de desvelar la ignorancia de quienes somos, y tener el coraje de dar testimonio de sí, conduce a la completud, a la Unidad de Ser. Y PARA LLEGAR AHÍ NO HAY MAS LIMITE QUE LA MUERTE, NI MÁS  LEY QUE LA FUERZA DEL DESEO. La voluntad disciplinada, la intención correcta, la actitud impecable y la atención abierta y relajada, ayudan bastante. Difícil pero posible, incluso probable y altamente saludable. De cualquier manera, ¿hay algo mejor que hacer en la vida que satisfacer el propio Deseo de Amor y dar testimonio de El?.
            Y…..¿qué hacer con los deseos?. Pues tener el coraje de reconocerlos con honestidad y satisfacerlos con responsabilidad y desapego, a través de su consumación, sin caer en la depredación, o de la renuncia por otro deseo más afinado, sin caer en la resignación. Y siempre estar atentos a las consecuencias que tienen nuestras actitudes y decisiones, tanto en nosotros como en los demás. Sólo la satisfacción de  los deseos conduce a la desaparición de las necesidades y deja abierta la Necesidad de Ser, aunque uno sienta que es un monstruo. Eso no importa demasiado porque nunca es cierto, no es mas que el reflejo del miedo infantil ante nuestros padres. Del miedo a la hostilidad de nuestros padres por no ser como ellos deseaban que fuéramos, y del miedo por la hostilidad hacia nuestros padres por no darnos lo que estabamos necesitando. Cuando uno esta en contacto genuino consigo mismo, a pesar del monstruo, uno se siente completo y satisfecho, aunque no necesariamente feliz y contento. A veces es un contacto muy doloroso, pero nunca insatisfactorio.
          Este sentimiento de unidad, completud y satisfacción, puede no limitarse a una experiencia extraordinaria y puntual, sino que puede ir constituyéndose en un estado que, poco a poco, va arraigando en nosotros y haciéndose más permanente, pero es necesario estar en ello y saber reconocerlo, porque en principio se nos ha quedado ajeno y, por ajeno, temible. Y mas temible en cuanto que es directamente innombrable y solo accesible a la experiencia. Afortunadamente, puesto que por estar mas allá de las palabras no pierde su genuina Naturaleza.
            De modo que, y a modo de resumen: La Ley y la Barra necesarias y culturalmente universales, sí; fatalmente determinantes e individualmente universales, no.
Así que a mi modo de ver, NO HAY MAS CAMINO QUE EL QUE CADA CUAL QUIERA HACER, NI MAS LIMITE QUE DONDE CADA CUAL QUIERA PARARSE, de aquí hasta la muerte. Luego ya veremos, eso es lo cojonudo del asunto.